¿Cómo elegir un Psicólogo?
EL PASADO 23 DE JULIO, EL CANAL 13 DE TELEVISIÓN EMITIÓ UN PROGRAMA DENUNCIA EN QUE UN PSICÓLOGO OFRECÍA “TERAPIA SEXUAL” A UNA PACIENTE AFECTADA POR COVID-19 QUIEN SE ENCONTRABA EN UNA RESIDENCIA SANITARIA.
Uno de los comentarios que leí bajo el vídeo difundido por el canal era “No se puede confiar en nadie”. Al respecto el Colegio de Psicólogos emitió una declaración pública el día 28 de julio condenando los hechos y enfatizando que “Desde una perspectiva de derechos y correcta praxis profesional, consideramos necesario enfatizar que la forma de actuación que muestra el reportaje no corresponde a una práctica profesional adecuada y propia de un ejercicio ético de la psicología”.
ESTO HA OCURRIDO ANTES
En primer lugar, quisiera señalar la pobreza de análisis y el bajo nivel del trabajo periodístico realizado por canal 13. La reflexión queda reemplazada por la reiteración y la búsqueda de detalles impactantes. Esto es preocupante pues, como hemos presenciado, no es exclusivo de la psicología: existen denuncias por abusos profesionales y sexuales contra médicos, abogados, dentistas, kinesiólogos, profesores, y sacerdotes. Y no solo en nuestro país, sino en todo el mundo.
Lo denunciado, no obstante, debe repudiarse y seguir las acciones legales correspondientes. Pero más allá de eso, las personas que consultan lo hacen desde un estado de vulnerabilidad y dolor y quienes brindan estos servicios se encuentran en una condición de superioridad o relativo poder que hace más difícil que su alumno, paciente o feligrés exija ser respetado, más aún si es menor de edad. Es decir, ingresan en una relación asimétrica: quien sufre necesita y busca ayuda y quien está (o estaría) sano y dispone los medios para procurarla; uno en estado de necesidad y otro en situación de poder.
Asimetría de poder (fuerza o capacidad mayor para someter la voluntad de otro) y autoridad (legitimidad, creencia en la necesidad de obedecer o someterse para obtener un bien mayor). Es la combinación de estos factores lo que lo vuelve tan delicado y demanda tanta responsabilidad.
En primer lugar debemos afirmar que el desempeño ético no constituye una condición estable propia de una profesión u oficio (el desempeño ético no es per sé, no se obtiene junto al título) sino un esfuerzo cotidiano por actuar respetando los derechos y procurando el bienestar de las personas. Existen formas de relación entre los seres humanos y con las instituciones involucradas que pueden ayudar o dificultar este respeto. Claramente la asimetría, la falta de información y el debilitamiento de la labor tutelar -en materia ética- que los colegios profesionales ejercían, deterioran este esfuerzo y favorecen los abusos de poder.
En segundo lugar, debe entenderse que esa posición de poder corresponde a un rol (una función) y no a una persona. No es lo mismo ejercer un cargo de poder que “creer serlo”. Quienes pierden de vista que simplemente están cumpliendo un rol transitoriamente, bajo circunstancias especiales acotadas, no pueden creer que lo encarnen y le resulten intrínsecas a su persona tales atribuciones en el resto de las circunstancias ni con el resto de las personas. Entre otras consideraciones, esto es lo que diferencia a un profesional de un “líder mesiánico”.
Las líneas que encontrarán a continuación podrían ser útiles y su consideración podría servir de guía a quienes se encuentran en búsqueda de un servicio profesional de psicología.
EN QUÉ FIJARSE ANTES DE LA ELECCIÓN PERTINENTE
Es conveniente saber a qué institución se encuentra afiliado el profesional. Una organización brinda oportunidades de respaldo, reclamo y referencias. La pertenencia a una sociedad profesional, registro en la superintendencia de salud o colegio profesional también. Es decir la existencia de una institución a la cual pueda referir consultas o reclamos.
Se corre un riesgo al elegir personas sin adscripciones profesionales ni pertenencias conocidas.
ANTECEDENTES
Siempre es conveniente contar con alguna referencia directa de otros pacientes que se hayan atendido con ese profesional. Contactar a personas de quienes no se tenga referencias constituye una apuesta arriesgada.
ANTECEDENTES DE FORMACIÓN
Lo primero es averiguar si el profesional se encuentra titulado en alguna universidad acreditada o bien si ha validado sus estudios en el país. Existen personas que se dicen profesionales y no lo son. Usted tiene derecho a saber. En segundo lugar, ningún programa de estudios universitarios de psicología o psiquiatría en Chile, habilita a sus egresados para practicar la psicoterapia. Esta formación es de post grado (luego de obtenido el título de psicólogo o de psiquiatra). Esta formación dura entre dos y cuatro años de estudios e incluye supervisión profesional de su práctica, estudios teóricos y psicoterapia personal. Esta formación puede haberse realizado de muchas maneras diferentes y no existe una única institución ni corriente teórica que resulte más válida que otra. Recuerde, ser psicólogo o psiquiatra, no significa que sepa de psicoterapia. Quienes no hayan realizado estudios de postgrado en psicoterapia, cuentan con herramientas reducidas en la realización de su trabajo clínico.
EL MENOR VALOR
Elegir a un profesional porque es más barato o gratuito puede ser una oferta tentadora en situaciones de emergencia. Muchos servicios de voluntariado se activan bajo estas circunstancias. Desgraciadamente, es también la oportunidad para que profesionales inescrupulosos o con una formación precaria, accedan a una cartera de clientes a la que no podrían acceder en circunstancias normales. Elegir a un profesional para asumir una tarea tan delicada, por su bajo costo, podría ser una elección peligrosa. A su vez, un alto costo de la consulta, tampoco es una garantía per sé.
FORMACIÓN ÉTICA Y TUTELA
Los Colegios Profesionales realizaban una labor de control sobre el ejercicio ético de la profesión de sus afiliados. El año 1980, en plena dictadura, se les retiró esta prerrogativa, impidiéndoles tutelar el ejercicio ético de la profesión. Hay que revertir esta situación a nivel legislativo e instar a las autoridades responsables a corregir esta falencia lo antes posible.
INFORMARSE
Actualmente es posible acceder a una gran cantidad de información sobre el profesional en cuestión, a través de los buscadores de internet. No encontrar ninguna información, es anormal.
Es relevante saber:
¿Posee título universitario?
¿Cuenta con estudios de especialidad en psicoterapia?
¿Cuántos años de experiencia clínica posee?
¿Existen reclamos contra ese profesional?
¿Se encuentra afiliado a un colegio profesional o sociedad científica?
Por el contrario: algunos terapeutas que publicitan extensamente sus servicios pueden corresponder precisamente a personas con malos rendimientos clínicos que requieren de la publicidad para acceder a algunas primeras consultas. Por el contrario, quienes realizan una buena práctica, en general no requieren de la publicidad. Desconfíe en particular de quienes emplean superlativos para referirse a sus servicios “La mejor; el mejor, el más efectivo”. O que aseguran resolver problemas de personalidad acarreados por largos años en una sola intervención: la psicoterapia es un trabajo sistemático que puede brindar alivio a los síntomas así como a los conflictos que los generan, pero no brinda intervenciones mágicas: ambos integrantes de la dupla de trabajo tendrán que esforzarse.
LA GRATUIDAD Y LA LABOR VOLUNTARIA
En situaciones de emergencia como ésta de pandemia, suelen ofrecerse servicios voluntarios o gratuitos de asistencia psicológica. Aunque la gran mayoría de los colegas realicen su trabajo de manera honesta y desinteresada, existe un mayor riesgo de obviar esta tarea de revisión y contrastación previa de los antecedentes del prestador, asumiendo que actuarán de buena voluntad. Aunque esto es así la mayoría de las veces, siempre existe el riesgo de ser objeto de un actuar negligente o derechamente perverso, en cualquier profesión, como ya hemos dicho.
LA VULNERABILIDAD PSÍQUICA
En el caso de la consulta psicológica, la dimensión ética adquiere especial relevancia, porque se instala una dinámica que se inicia con el fracaso de los recursos psicológicos defensivos del paciente ante una situación anormal que lo afecta. La persona se encuentra en un estado de vulnerabilidad que debe tenerse en cuenta antes de consultar. Es decir, ingresa en la relación desde una posición desventajosa en términos de la distribución del poder y por lo mismo, debe confiar en que el prestador actuará de forma ética. Esto, en todo caso, no debe significar sometimiento: el profesional brindará una ayuda u orientación, pero nunca podrá realizar su trabajo si no existe una alianza de mutua cooperación y ambos desempeñan un rol activo. Aquella vieja creencia de que “el paciente debe someterse” no solo es anacrónica, sino que técnicamente inútil.
INDICADORES DE PREOCUPACIÓN A TENER EN CUENTA
Si el profesional comienza a realizar solicitudes de reunión en lugares distintos a los acordados. En este contexto, el medio es predominantemente online, pero si comienza a incluir aspectos personales que signifiquen un claro desvío de la relación profesional hacia un vínculo de tipo personal. Esto es relevante en todo caso, pero en particular en situaciones en que la asimetría se vea acentuada porque el paciente sea niño, niña o adolescente o bien su personalidad presenta rasgos dependientes, inseguros o depresivos, porque sus recursos en tales casos se verán especialmente disminuidos.
No respetar los horarios, acuerdos o tiempos de espera acordados: Los atrasos en la atención están desgraciadamente muy extendidos y naturalizados en nuestro país. Usted debe saber que hacerlo esperar horas por una atención es una forma de maltrato. Cualquier demanda de tipo personal y afectivo cae por fuera del vínculo profesional. El paciente no debe, bajo ninguna circunstancia, acceder a demandas de tipo afectivo, personal o sexuales que se originen de parte del profesional. Una relación de amistad o de pareja, no puede desarrollarse durante el proceso. Y con niños y adolescentes además, claramente constituye un delito. No se deben aceptar otras exigencias o negociaciones tales como donaciones, concesiones económicas o cualesquiera otras que no correspondan al acuerdo económico establecido al comienzo del proceso de trabajo.
El psicólogo nunca debe decidir por el paciente ni ejercer presión de ningún tipo para que este actúe según sus puntos de vista, salvo que se encuentre en riesgo la vida o la integridad física del paciente o de otra persona. Si, por el contrario, ejerce presión o manipulación psicológica para que comparta puntos de vista políticos, estético o religiosos, está actuando de manera poco ética. “Retar” a los pacientes es, desgraciadamente una práctica extendida. Debe saber que no corresponde a ningún procedimiento técnico sino a formas de “psicoterapia silvestre”, improvisadas en personas sin la adecuada formación. Y, finalmente, impedir o interferir con el derecho de todo paciente a poner término a la relación profesional. Sobre todo si esto incluye amenazas o vaticinios nefastos.
UNAS PALABRAS FINALES
Volviendo a la frase que motivó este artículo: ”No se puede confiar en nadie”. Este tipo de frases, no permite discriminar. Discriminar entre quienes se comportan éticamente, respetan nuestros derechos y son, además, generosos con su trabajo en tiempos de crisis como la que estamos viviendo. Es tremendamente injusto para quienes dan la cara y hacen un esfuerzo día a día por mantener un alto estándar ético y solidario. Por el contrario, debemos reconocer y denunciar el abuso y el maltrato allí donde se presente y aprender a relacionarnos desde un enfoque de derechos tanto entre adultos, como especialmente hacia los niños.
Propondría cambiar esa frase por esta otra: debemos aprender a informarnos y a tomar decisiones más responsablemente para confiar en quienes se merecen nuestra confianza y la respetan, y desconfiar y apartarnos de quienes se ocultan bajo mantos de secretismo, anonimato o teoréticas que disfrazan el abuso sexual, la manipulación o la explotación de toda clase.
En derecho se indica que la buena fe se presume y la mala fe debe probarse, por seguridad jurídica. Pero también por seguridad social , vivir con otros implica necesariamente actos de fe en que los demás cumplirán su parte del pacto social, ello es necesario para la convivencia en una sociedad sana.
Creemos que debe reconocerse autoridad en quienes tienen mayor especialización en una determinada área del conocimiento, pero que esto no debe confundirse con sumisión ni veneración hacia otros ámbitos de la relación ni que deba derivar en sometimiento. Todos dependemos del conocimiento de otros, pero aquello no significa que merezcamos mayor dignidad que los otros en la vida. Quienes confunden su saber específico con aspiraciones de quedar excluidos del cumplimiento de sus deberes y responsabilidades, suelen acabar teniendo problemas con la ley.
Por último -y brevemente- no compartimos la idea de que poder y maldad sean sinónimos. El poder nos parece bien si se pone al servicio de la organización, el aprendizaje, el rendimiento deportivo, o la salud. Existen diferentes tipos y fuentes de poder y todos las ejercemos en alguna mediada. Lo que no compartimos es que se confunda el poder con el autoritarismo o con
aspiraciones personales inaceptables en otros planos de la vida destinados a la autosatisfacción o el abuso.
Vaya nuestro reconocimiento a los miles de colegas que realizan su trabajo en estas difíciles circunstancias, intentando traer bienestar y alivio a quienes sufren por la pandemia y lamentamos que por culpa de unos pocos se siembren dudas sobre el trabajo honesto de los demás.
Joseph Bandet Rivera
Psicólogo, psicoanalista.
Magíster en psicología clínica.